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A diez años de Ni Una Menos: costo económico de la violencia

En junio de 2015, una frase que resonó con fuerza en Buenos Aires, Ni Una Menos, se convirtió en un símbolo de lucha contra la violencia de género en toda América Latina. Este movimiento no solo transformó el discurso público sobre el femicidio, sino que también estableció un precedente en la agenda política de la región. En Perú, las marchas en 2016, impulsadas por el caso de Arlette Contreras, movilizaron a cientos de miles. En México, el eco de esta consigna se escuchó durante las protestas del 8 y 9 de marzo, mientras que en Chile, el colectivo Las Tesis adaptó el lema para crear la performance Un violador en tu camino, que se hizo viral a nivel global. A una década de su inicio, es vital reflexionar sobre los logros y las áreas que aún requieren atención, especialmente al considerar la violencia de género no solo como una violación de derechos humanos, sino como un importante desafío económico.

La movilización social ha logrado avances significativos, incluyendo la creación de leyes que tipifican el femicidio y la implementación de servicios especializados. Ejemplos como Ciudad Mujer en El Salvador destacan el potencial de integrar atención en salud, asesoramiento legal y apoyo económico, aunque su sostenibilidad se ha visto comprometida por la falta de financiamiento. Esta disparidad se repite en varios países: se reconoce la importancia de los derechos, pero los recursos para hacerlos efectivos son insuficientes.

Mariano Fuchila. Ámbito Financiero

La magnitud del problema de la violencia de género

Datos recientes de la CEPAL indican que, en 2023, se registraron al menos 3.897 femicidios en la región, lo que se traduce en 11 asesinatos diarios de mujeres por razones de género. Esta cifra supera ampliamente el umbral de epidemia en salud pública. La mayoría de estos crímenes fueron perpetrados por parejas o exparejas, y muchas víctimas ya habían presentado denuncias previas sin recibir la atención adecuada.

El impacto económico de la violencia de género

El costo económico de la violencia de género es alarmante. Según el Banco Mundial, esta problemática representa hasta el 3,7% del PBI en algunos países de la región. En la Ciudad de Buenos Aires, se estima que la violencia doméstica genera pérdidas superiores a los US$137 millones anuales, lo que equivale al 11% del presupuesto del Ministerio de Salud. En Paraguay, Bolivia y Perú, las pérdidas oscilan entre el 2% y el 6,5% del PBI, lo que subraya la urgencia de abordar esta crisis de manera integral.

Iniciativas exitosas y su impacto positivo

Las evaluaciones de impacto en América Latina demuestran que las políticas públicas bien diseñadas pueden reducir la violencia de género. En Ecuador y República Dominicana, las inversiones en la autonomía económica de las mujeres mediante transferencias monetarias condicionadas y microcréditos, combinados con capacitación en género, han mostrado resultados positivos en la reducción de la violencia. Asimismo, en Brasil, talleres dirigidos a hombres jóvenes que abordan temas de masculinidades y relaciones respetuosas han contribuido a cambios de actitud y a una disminución en la violencia.

La necesidad de una inversión sostenida

Es evidente que ignorar la violencia de género tiene un costo altísimo. Sin embargo, los presupuestos asignados a combatir este problema siguen siendo insuficientes. Un análisis del gasto en 35 países de América Latina y América del Norte reveló que las asignaciones para este fin varían entre el 0,1% y el 1% del presupuesto nacional. Esto incluye gastos relacionados con la atención a las secuelas físicas y mentales de las víctimas, pérdida de productividad y pobreza intergeneracional.

A diez años del movimiento Ni Una Menos, es crucial entender que abordar la violencia contra las mujeres no solo es un imperativo ético, sino también una decisión económica inteligente. Invertir en prevención, fomentar la autonomía económica de las mujeres y garantizar el acceso a la justicia no solo salva vidas; también fortalece democracias y mejora la competitividad de nuestras sociedades. América Latina no puede permitirse seguir ignorando el costo oculto de la violencia y la injusticia hacia sus mujeres.

Te invitamos a reflexionar sobre este importante tema y a compartir este artículo para concienciar a más personas. La lucha por un futuro sin violencia de género es responsabilidad de todos. ¡Es hora de actuar!

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